Baby Lasagna en Barcelona: el metalero pop que nos conquistó

Si pensabas que Baby Lasagna solo era "el croata del Rim Tim Tagi Dim", tenemos noticias: es mucho más. El lunes 7 de abril, Razzmatazz 3 fue testigo de una metamorfosis musical en forma de directo: metal, pop punk, techno, baladas acústicas, actitud y vulnerabilidad, todo envuelto en una chaqueta que acabó en el suelo y un público entregado hasta el llanto.
Sí, hubo lágrimas. Y no solo de fans.
Una bienvenida con sabor suizo
Con puntualidad europea, a las 19:30 salieron los teloneros: Barbie Sailers. Una banda suiza de punk rock con más de una década de experiencia… aunque en Barcelona parecían novatos. Su actuación tuvo energía, luces y ganas, pero se notaba cierta desconexión con un público que, salvo por algunos aplausos educados y estribillos repetidos a petición de la banda, estaba más en modo "esperando al plato principal". A pesar de ello, cumplieron su función: calentar el ambiente.
La entrada de un anti-héroe carismático
A las 20:30, sin fuegos artificiales ni visuales estridentes, apareció Baby Lasagna. Solo necesitó su presencia y los primeros compases de Hypocritical para que la sala estallase. Un artista que mezcla el descaro de Electric Callboy, la oscuridad de Rammstein y la vulnerabilidad de alguien que ha escrito sobre sus demonios interiores y los ha hecho bailar.
Aunque la sala no estaba completamente llena (bendito espacio para respirar y moverse), la energía se sentía densa, eléctrica, compartida.

Un setlist ecléctico e inesperado
Setlist destacado:
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Hypocritical
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IG BOY
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Good Boy Lasagna
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Take Me Home, Country Roads (sí, John Denver, en acústico)
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I'm a Believer (versión de Smash Mouth)
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I'll Be There for You (sí, la de Friends)
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Rim Tim Tagi Dim
Bis: -
Don't Hate Yourself, but Don't Love Yourself Too Much
La trilogía de versiones acústicas fue un giro de guion precioso. Un momento inesperado de calma y comunión, donde el público, que iba de los 12 a los 60 años, cantaba como si estuviera en una fogata emocional.
Y cuando llegó Rim Tim Tagi Dim… fue apoteósico. Saltos, gritos, luces, humo y un artista que se dejaba el alma con cada palabra.
Un artista cercano, un público devoto
Baby Lasagna no es de los que paran cada canción para hablar, pero cuando lo hizo, fue con intención. Agradecido, emocionado. De hecho, al final del concierto, rompió en lágrimas. El público, que coreaba cada tema como si llevara años en bucle, respondió con una ovación que lo desarmó.
Había padres con hijos, veinteañeros, fans de Eurovisión, amantes del rock y curiosos que salieron convertidos en Little Mosquitoes.

Luces, sonido... ¿y pregrabados?
La puesta en escena fue sencilla pero inmersiva: luces bien programadas, humo a tiempo, cero cambios de vestuario (salvo una chaqueta menos) y ningún artificio innecesario.
Lo único que chirrió: el uso excesivo de voces pregrabadas. Baby Lasagna tiene músicos de nivel (su hermano incluido) que saben corear y apoyar. Hubiera sido mucho más orgánico dejar que todo el peso vocal recayera en el talento humano sobre el escenario.
No es fácil salir del estigma "ese que quedó segundo en Eurovisión", pero Baby Lasagna lo consigue con creces. Lo suyo no es solo un hit viral: es una propuesta artística sólida, camaleónica y emocional.
¿Recomendado? Al 100%.
Porque aunque creas que no te va a gustar, acabarás cantando y bailando.
Porque es pop disfrazado de metal, o metal envuelto en pop.
Porque no sabíamos que necesitábamos un artista como él… hasta que lo vimos.
Puntuación final: 9/10
(Menos voces enlatadas y estaríamos hablando de perfección).
"Baby Lasagna es lo que pasa cuando un croata emo, amante del metal, decide que su arte no necesita etiquetas."
Rim Tim Tagi Dim forever.
Redacción: Ethan López y Gaia Del Dotto
Fotografía: Ethan López
Acreditación: Live Nation